Albóndigas de pollo

En mi casa siempre se habían comida las albóndigas hechas con carne de ternera o de cerdo, pero he de decir que cuando probé estas albóndigas de pollo su sabor me conquisto, prefiriéndolas incluso a las tradicionales de ternera. Me encantan, y la salsa en la que se cocinan es deliciosa.

Lo primero que vamos a hacer son las albóndigas, para lo que se remoja el pan en leche o agua para suavizarlo y después se exprime muy bien. A continuación se coloca en un tazón la carne junto con el pan y los condimentos, es decir, la cebolla picada, el pimentón, el perejil, la mejorana, el sazonador de pollo y la pimienta negra recién molida. Lo mezclamos bien todo. Lo puedes hacer con una cuchara de madera aunque yo lo prefiero hacer con las manos, habiéndomelas limpiado bien previamente.
Después, cuando la mezcla ya sea homogénea, se pone la harina en un plato para rebozar en ella las albóndigas, sacudiéndolas después del exceso de la misma.

Con las albóndigas hechas ahora nos ponemos a hacer la salsa. En primer lugar se fríe en una sartén con un poco de aceite de oliva el tomate verde molido con la cebolla asada y una hojita chiquita de laurel, si es grande, un pedacito, y se deja cocinar. Agregamos después el puré de tomate junto con los condimentos y sal o sazonador de pollo.
Agregamos suficiente agua para cubrir, y se deja hervir durante unos minutos antes de añadir las albóndigas, las cuales vamos a dejar que se cocinen durante más o menos unos 20 minutos, tras los cuales se rectifica la sazón.
Estas albóndigas de pollo están riquísimas, y para completar el plato las puedes servir acompañadas con un poco de arroz o de ensalada, lo que más te guste, aunque eso sí, con una buena cantidad de pan porque no podrás dejar de untar su deliciosa salsa.