Crujientes de queso

Estos crujientes de queso no tienen nada que envidiar a los típicos de los restaurantes. Desde que empecé a hacerlos más a menudo, me encantan y me quedan muy ricos.

Se ralla el queso en primer lugar, dejándolo caer sobre un bol grande.
Se pone una sartén a calentar con una cucharada de mantequilla, y cuando esta esté caliente, se echa la harina y se deja que se dore, repartiéndola bien por la sartén con ayuda de una cuchara de madera. Después de unos minutos, se va echando poco a poco la leche caliente, sin dejar de remover para que no se formen grumos en la masa. Añade tanta leche como sea necesario para conseguir una textura espesa y cremosa. Añadimos el queso y damos vueltas hasta que esté perfectamente integrado. Agregamos un poco de sal y pimienta, damos vueltas y dejamos que se cocine al fuego hasta que la masa espese lo suficiente.
Retiramos entonces del fuego, y lo vertemos sobre una fuente. Lo tapamos con papel film, el cual tendrá que estar en contacto con la superficie de la masa para evitar así la formación de una película en la parte superior, y la dejamos enfriar completamente.
En el momento de hacer los crujientes de queso, ponemos una sartén al fuego con abundante aceite. Mientras se calienta vamos cogiendo porciones de masa y le damos forma de croqueta, pasándolas después por huevo batido y una mezcla de pan rallado con perejil picado.
Las freímos en el aceite bien caliente, y cuando estén dorados y crujientes por todos los lados de forma uniforme, los sacamos y colocamos sobre papel absorbente para quitarles el exceso de grasa.
Repetimos este proceso hasta que la masa se acabe, y así podremos disfrutar de nuestros ricos crujientes de queso.
¡Qué ricos!