Palmeritas

Mi madre me hacía la hija más feliz del mundo cada vez que hacía palmeritas, que además no nos dejaba comprarlas porque decía que para eso las hacía ella. La verdad que yo aprendí su receta y, desde que yo tengo a mis niños, intento hacer los mismo que ella, aunque los míos son más desobedientes.
Batir los huevos con la margarina derretida en un bol, y añadir la vainilla, la ralladura y el jugo del limón, el azúcar y las harinas, alternando todo ello con la leche para que se una bien y quede una masa homogénea. Amasar y estirar la masa con un rodillo hasta formar un rectángulo sobre una superficie enharinada. Humedecer la masa con agua y espolvorearla con azúcar. Enrollar un extremo hasta la mitad y luego el otro, y cortarla dándole forma a las palmeritas, que todo el mundo sabe cómo son.
Poner una cacerola en el fuego con el aceite y, cuando esté bien caliente, se fríen las palmeritas en él dejándolas al gusto de doradas. Una vez listas, se retiran a un plato con papel absorbente, igual que las torrijas, y se dejan enfriar. Se pueden espolvorear con azúcar o bañar con almíbar, dependiendo del gusto de cada uno.