Los croissants también pueden ser un ingrediente en tu cocina. Esta delicia no solo sirve para preparar tentempiés salados y dulces, además pueden ser la base de una preparación como la que te traemos hoy… Echa un vistazo a esta sencilla receta.
Paso 1:
Corta cada croissant por la mitad, en el caso de que los hayas comprado pequeños (miden unos 10 centímetros). Si son más grandes, pártelos en trozos medianos.
Paso 2:
Por otro lado, calienta la leche con el azúcar en cazo hondo a fuego medio y cuando rompa a hervir sepáralo del fuego. Incorpora la ralladura de la piel de naranja (no ralles la parte blanca que es muy amarga…). Y echa también una pizca de nuez moscada en polvo. Mientras tanto bate también el huevo.
Paso 3:
Por último tienes que mezclarlo todo. Coge un bol hondo e incorpora los huevos, un poco de canela molida y los trozos de croissant. Echa también la leche pero cuando se haya enfriado lo suficiente como para no quemarte.
Paso 4:
Pon la mezcla en un molde (unta un poco te mantequilla o aceite para que no se pegue). Puedes optar por hacerlo en un molde grande o directamente en recipientes más pequeños (los que venden para hacer magdalenas, por ejemplo). Y así conseguirás raciones individuales. Después asa al baño María en el horno a 180º C durante más o menos 30 minutos. Recuerda que el baño María supone colocar tu moldedentro de un recipiente con agua. Cuando esté listo, para que coja más consistencia y sabor, deja enfriar fuera de la nevera durante 1 hora y después en la nevera toda una noche.
Presentación:
Antes de servirlo, saca de la nevera unos minutos (para que no esté demasiado frío…). Puedes acompañar cada trozito con un poco de nata montada azucarada, o espolvorear un poquito de canela. ¡También es un buen toque!
Truco:
¿Con qué te tomarías un croissant? ¿Con algo dulce, como el chocolate? Pues si tu respuesta es sí, añade unos trocitos pequeños o chips y conseguirás una variante deliciosa.