Yo veo la perdiz guisada y, sea la hora que sea, ya quiero comer. ¡Eso no puede ser bueno…eso puede ser buenísimo!
En primer lugar, se salpimienta la perdiz y se cocina en el horno hasta que esté doradita con un chorrito de aceite. Cuando esté lista, se saca del horno y se pasa a una olla a presión.
A continuación, se pelan los ajos y la cebolla, y se cortan a láminas finas. Ambos se sofríen en una sartén con aceite bien caliente hasta que estén pochaditas las láminas.
Ya listo el sofrito, se echa a la olla a presión con la perdiz y se añade la hoja de laurel, los granos de pimienta, el vaso de vino, la pastilla de caldo y la chispita de agua.
Con la olla a presión bien cerrada, se deja cocer la perdiz. El tiempo de cocción depende de la olla de cada uno, por lo que no puedo dar tiempo exacto.
Cuando esté lista, se emplata nuestra perdiz guisada con lo que más nos apetezca. Yo suelo hacerlo con unas verduritas al vapor, para hacer la comida ligera y que no sea demasiado pesada.