Dale una vuelta de tuerca al risotto tradicional… y hazlo con una combinación maestra: calabaza y bacón. Todo un acierto para un plato meloso, suave y lleno de contrastes con el que sorprenderás a tus invitados y te apuntarás un tanto. ¡Un ejemplo más de que cocinar puede ser muy divertido, y cada día, diferente!
Paso 1:
Pica finamente la cebolla, corta en dados pequeños la calabaza, como de un centímetro, y resérvalos. Acerca un cazo al fuego y pon a calentar el caldo, no es necesario que hierva, solo que se caliente.
Paso 2:
Acerca una olla o cacerola al fuego, derrite una nuez de mantequilla y pocha la cebolla a fuego suave para que no llegue dorarse. Agrega la calabaza y rehoga durante un minuto, mezclando todo para que quede bien impregnado con la mantequilla.
Paso 3:
Sube un poco la potencia del fuego e incorpora el arroz para que así libere un poco su almidón. Muévelo con una cuchara de madera para que no se pegue, pero con mucha suavidad para no romper los granos. Déjalos nacarar unos 2 minutos, hasta que los granos de arroz estén brillantes y un poco transparentes.
Paso 4:
Riega el arroz con el vino blanco y deja que se evapore durante unos minutos. Mientras tanto, introduce el bacón sobre papel en el horno previamente precalentado a 180° hasta que quede crujiente.
Paso 5:
Cuando el vino se haya evaporado casi todo, cubre el arroz con caldo caliente y deja cocinar unos 20 minutos, sin dejar de removerlo. Pero no pongas todo el caldo desde el prencipio. Ve agregando caldo poco a poco, y añade más a medida que se vaya consumiendo. Pasado ese tiempo, prueba el arroz, para ver si está en su punto.
Paso 6:
Retira el arroz del fuego, agrega la mantequilla restante, el aceite de oliva y liga con el queso rallado. Deja reposar.
Paso 7:
Dorar unos cubos de calabaza en la sartén con tomillo y ajo.
Presentación:
Sirve tu risotto en un plato bonito y coloca por encima unos cubos de calabaza. Finalmente, decora con unas lonchas de beicon y un toque de vinagre.